“La trompeta, el saxo tenor, incluso el piano, reclaman el privilegio de ser los reyes del jazz, pero sólo la voz alentada por el corazón humano es capaz de albergar todos los sonidos. Únicamente ella puede ir más allá de la emoción que despiertan los instrumentos y sólo ella es capaz de expresar vida en estado puro y a flor de piel, sin intermediarios”
Federico González, crítico de jazz de El País y Scherzo para la enciclopedia Jazz Voice (Salvat)
…Y CONTRABAJO
Desplazó el versátil contrabajo a la tuba como instrumento de la sección rítmica en el jazz primigenio cuando la música de las bandas callejeras se hizo sedentaria. Se reconoce a un jovencísimo Jimmy Blanton (precozmente desaparecido a los 23 años) el que dio alas al contrabajo en la orquesta de Duke Ellington a principio de la década de los 40, haciendo ir a su instrumento mucho más allá de lo que hasta entonces era marcar el ritmo y aportar un refuerzo armónico. Consolidó el bajo por derecho propio como instrumento solista en el jazz. Esto abrió la puerta a un músico total como fue el contrabajista y compositor Charles Mingus y a una estela de luminarias del jazz con este instrumento: desde Oscar Pettiford, Ray Brown, Paul Chambers, Red Callender, Ron Carter y –en los comienzos del freejazz- Charlie Haden, hasta el danés Niels-Henning Ørsted Pedersen o el cubano Israel Cachao López. En el último festival de jazz de San Sebastián quedó grabado en el recuerdo un concierto al aire libre del contrabajista judío Avishai Cohen que hizo olvidar la intensa y persistente lluvia. La electrificación de la música, al igual que pasa en otros instrumentos, no ha arrinconado en absoluto a la sonoridad de la madera, teniendo cada uno –bajo eléctrico y contrabajo acústico- su lugar e indicaciones. Tampoco es inhabitual que el mismo instrumentista domine ambos instrumentos. Para el bajo eléctrico fue Jaco Pastorius el pionero que desarrolló sus enormes posibilidades, abriendo un camino, generalmente para la música de fusión, por el que han transitado con éxito y talento Stanley Clarke, Marcus Miller y, con sabor africano, el camerunés Richard Bona.
Aún con todo lo expuesto la colaboración de una cantante y un contrabajista no es tan habitual (sin olvidar la participación de otros dos virtuosos), por lo que el concierto que presentamos resulta ser un desafío original y atractivo.
