El arte flamenco
El flamenco surge en Andalucía en el siglo XV, pero nadie sabe cuáles son sus orígenes a ciencia cierta, pero sí que es parte importante de la cultura andaluza, y, si algo caracteriza a este arte, es su gran poder de asimilar cualquier cante y baile nacidos del pueblo. El flamenco en palabras del recientemente fallecido
Félix Grande es
“una de las músicas más bellas de la tierra, una de las músicas más llenas de consuelo y desconsuelo que han inventado el genio, el dolor y la memoria de los hombres. Una voz que nos relata la pena y la arrogancia de una marginación que terminó convirtiéndose en una auténtica obra de arte”.
Entre 1765 y 1860 encontramos tres focos de importancia que crearían escuela: Cádiz, Jerez de la Frontera y el barrio de Triana, en Sevilla. Es a partir de esa época cuando el baile empieza a tener un sitio dentro del flamenco. En lo que se refiere a la guitarra, al principio no solía acompañar al baile ni al cante, que normalmente se realizaban a palo seco, sin más acompañamiento que el toque de palmas.
Entre 1860 y 1910 es la época llamada l
a edad de oro del flamenco. En esta época florecen los cafés cantantes, desarrollando el flamenco todas sus facetas: la instrumental, la del cante y la del baile.
Entre 1920 y 1955 mandan los cantes más ligeros como los
cantes de ida y vuelta, de influencia sudamericana.
A partir de 1955 nos encontramos con un r
enacimiento flamenco, siendo
Antonio Mairena su figura principal, con su afán investigador y de divulgación de la ortodoxia del cante. El baile en esta época se desarrolla en los
tablaos. Los guitarristas, acompañando al cante y al baile adquieren un mayor protagonismo, alcanzando este arte su madurez. El guitarrista es actualmente, además de acompañante, solista.
Paco de Lucía marca el inicio de una nueva etapa, dando a la guitarra flamenca una dimensión universal, en la que se encuadraría nuestro invitado de hoy,
José Antonio Rodríguez, con su trío.
En la actualidad el flamenco es conocido y apreciado en todo el mundo, alcanzando en 2010 el reconocimiento como
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.